febrero 13, 2010

La historia de 35 años de inigualable sabor

Reinaldo López Bolaños fue un compositor cubano hacia la década de los 20, poco conocido, y de relativa fama en su momento; pero muy poco se imaginó que una de sus composiciones diera 40 años después el nombre de la gran maquinaria del ritmo de la década de los 70. Su son, Fanía funché (con acento en la í), nombró a una de las más grandes orquestas latinas de todas las épocas, fue sinónimo de las mejores bandas y solistas de la salsa durante años y sigue siendo referencia obligada de todos los salseros que, para bien o para mal, con diferencias de estilos, se encuentran en el ambiente. El origen del Son se ubica en la región oriental de la isla cubana, principalmente en Santiago de Cuba y en la ciudad de Manzanillo, localizados en la cordillera montañosa de Sierra Maestra. También, se menciona la provincia de Guantánamo y se asocia con las fiestas Changüí que allí se celebraban. Este género musical surge a fines del siglo XIX como parte de la forjación de la nacionalidad cubana.

Se comenzó a popularizar en los carnavales de Santiago para el 1892 por un interprete llamado Nené Manfugás, éste ejecutaba un instrumento rústico de tres cuerdas dobles y una caja de madera llamado Tres, el cual se convertiría en el símbolo del Son hasta el día de hoy. Por otro lado, Ignacio Piñeiro – contrabajista nacido en La Habana en 1888 – estructuró las bases del genuino Son Montuno, raíz indiscutible de la salsa.

Johnny Pacheco, dominicano, gran cultor de éste género musical en New York, y el italonorteamericano Jerry Masucci, fundaron el 23 de marzo de 1963, durante la celebración del onomástico del primero, en la casa de éste, la compañía Fania Records, para, según Lil Rodríguez (1997) "recoger tanto músico suelto que trabajaba con lo latino por ahí".

A mediados de 1964, Johnny Pacheco lanzó un disco titulado "Cañonazo". Este disco se grabó bajo el novel sello Fania Records, el cual representaba la oportunidad de competir con las disqueras existentes en la ciudad: Alegre, Tico, Cesta y la división latina de United Artist.

Pacheco, quien ofició como productor artístico, recorrió todos los almacenes de discos - manejando él mismo el camión de repartos - del lado este de New York para poder promocionar el producto, mientras Masucci, el socio capitalista, negociaba con agrupaciones y músicos nuevos la inclusión de éstos en un catálogo firme. Como las limitaciones económicas estaban a flor de piel, los nuevos artistas tendrían que ser jóvenes provenientes del Bronx, Brooklyn y de Puerto Rico, pero allí radicó justamente, el éxito de Fania (ya sin acento en la i)

Masucci contrató a tres orquestas: la ya veterana de Ray Barretto y las de los jóvenes Larry Harlow y Bobby Valentín. A ellas se sumaría más tarde una lista de muchachos con iniciativas y sobre todo, con arraigo entre la comunidad latina, encabezadas por Willie Colón. Al cabo de cuatro años Fania Records tenía en su haber lo más "duro" del barrio y con ello se había ganado el cariño de toda su comunidad.

La tendencia expuesta por los dos socios golpeó a las otras compañías, las cuales ya venían con ciertos índices de agotamiento, y la posibilidad de que artistas de éstas se vincularan al nuevo sello pasó de la teoría a la realidad. Las negociaciones entre Tico, Alegre y Cesta con Fania Records duraron un buen tiempo, pero la quiebra inminente de ellas determinó que un porcentaje altísimo de su producción pasaran al sello de Masucci. Y no fue lo único que el italiano sacó de sus negocios, también la alternativa de promocionar sus orquestas uniendo en un solo concierto a los directores de cada una. En 1962, las tres compañías habían grabado varios discos de sus estrellas reunidas con buena aceptación y Masucci decidió en 1968 hacer su propia banda, la que llamó, naturalmente, Fania All Stars.

La Fania se reunió por primera vez en el Red Garter, pero el asunto no tuvo mayor eco, por eso se asociaron con el administrador de establecimientos públicos, Ralph Mercado, para hacer un concierto más popular en el salón de baile Cheetah. El jueves 26 de agosto de 1971 la Fania All Stars tocó con todas sus luminarias allí y como resultado de ello se grabó una película, Our Latin Thing, lo que daría pie a un nuevo concierto y una nueva cinta. Esta vez el nombre provocó un revuelo que hasta hoy no ha dejado de resonar en el Caribe: la cinta se llamó Salsa.

Resultó evidente que la película no pasó a la historia, pero su nombre si y con él la aceptación definitiva del sello Fania como amo absoluto de la música que se conoció a partir de allí como Salsa. Todos los músicos latinos pasaron, entonces, a ser miembros de Fania. Era una especie de status el pertenecer al sello y tanto la altísima producción como los índices de ventas, demostraron hasta que punto grabar con Fania era un buen negocio para todos

Los discos de THE FANIA ALL STARS

Como ya se mencionó, la primera grabación de las estrellas se anunció como: "The Fania All Stars: Live at the Red Garter. Vols 1 y 2". En ambos discos, se trató de montar un sesión de descarga similar a la que en 1966 organizaran en el Carnegie Hall las Tico All Stars. El nivel de ésta fue muy superior al producido por las Fania. De los discos en el Red Garter se pueden rescatar dos piezas. "Me gusta el son", cantado por Monguito – hermano de Mongo Santamaría – con dos impactantes solos: el de piano de Eddie Palmieri, y el de trombón de Barry Rodgers. Y "Son cuero y boogaloo", compuesta y grabada anteriormente por Ray Barretto, en donde Orestes Vilató repica los timbales hasta casi reventarlos.

Su segunda, y en mi opinión las más brillante de todas, fue en 1971 (fecha nombrada en párrafos anteriores), donde se produjo lo que César Miguel Rondón menciona como El Boom de la Salsa. Fueron cuatro los discos; dos de ellos aparecieron como "The Fania All Stars: Live at the Cheetah. Vols 1 y 2". Y los otros dos forman parte de la banda sonora de la mencionada película, la cual guardo como uno de mis más preciados tesoros.

Todo el material allí grabado es de excepcional calidad, desde la impactante Descarga Fania, compuesta por Ray Barretto y basada en la legendaria Descarga Cachao de Israel López, pasando por la versión en vivo de Anacaona, composición de Tite Curet Alonso, el sabrosísimo sólo de bongó de Roberto Roena en Ponte Duro, la flauta infaltable de Pacheco en Macho Cimarrón, hasta las catedráticas improvisaciones de todos los soneros en Quítate tú. Aquí comenzó la verdadera rumba en el Caribe que perdura hasta nuestros días.

En 1973, se reúnen por tercera ocasión, esta vez con la finalidad de brindar un concierto monstruo en La casa de Babe Ruth, el mismísimo Yankee Stadium, en el Bronx. El cartel fue genial, abrió la principiante entonces, Típica ’73, la cual con los años dictó clase de sabrosura en la Gran Manzana, continuó Mongo Santamaría con sus congas y su poder desafiante en el Latinjazz, de tercero actuó El Gran Combo de Puerto Rico, dejando constancia en la grabación de su sabor inigualable con Julia, donde Andy Montañez, soneó como uno de los mejores que es; y para cerrar sonó el Clavisando, donde se presentaban a los embajadores de todos los barrios del Caribe.

El piano de Larry Harlow montuneó y comenzó la descarga Congo Bongó, en donde se enfrentaron Mongo y Barretto, con unos solos de congas espeluznantes.

Pero, siempre hay uno, entre las condiciones del contrato se estipulaba que de pisar el público la grama del stadium, el concierto se suspendería. En medio del paroxismo que produjo la pieza, la gente se lanzó de las gradas y corrió hacia la tarima para ver a sus ídolos. Los músicos de casualidad terminaron la pieza entremezclados con su público que los adoraba y besaba, y la mas grande fiesta latina del orbe, terminó no bien iniciada.

Masucci, entonces ideó lo que se podría calificar como un engaño; publicó 5 discos con el nombre de The Fania All Stars: Live at Yankee Stadium. Vols 1 y 2. La banda sonora de la película Salsa y Latin – Soul – Rock, Live at Yankee Stadium. En los dos primeros se grabó la proverbial Bemba Colorá, de José Coaro Fumero, inmortalizada por Celia Cruz.

Ambos se salvan de la mediocridad por tres números, Julia, Bemba Colorá y el arranque de la meteórica carrera de Héctor José Pérez, mejor conocido como Héctor Lavoe, cantando Mi gente. El tercero mostró la inimitable versión de El ratón, de Cheo Feliciano, con un rockanrolero solo de guitarra eléctrica de Jorge "El malo" Santana, hermano menor de Carlos.

El problema radicó en que con la excepción de Congo Bongo, y las intervenciones del Gran Combo y Mongo, las otras piezas se grabaron en el Estadio Roberto Clemente de San Juan, Puerto Rico. Allí radicó el chasco, ya que fueron anunciadas como grabadas en el Yankee Stadium.

En 1975, grabaron un homenaje al desaparecido Tito Rodríguez, disco en cual versionaron varios de sus grandes éxitos, entre ellos: Cuando cuando, A los muchachos de Belén, Vuela la paloma e Inolvidable. Es en el año 1976, cuando comenzó un ciclo dentro de la Fania All Stars que aún resulta inexplicable; comenzaron a grabar rock (muy malo por cierto), un regular Latinjazz y muy, muy poca salsa.

En éste año publicaron Delicate and Jumpy, resaltando únicamente una versión de Picadillo, compuesta por Tito Puente, en la onda del Latinjazz y donde brilla el guitarrista de rock Steve Winwood. La salsa, desapareció.

En 1978, grabaron Rythm Machine, otro olvidable disco, a no ser por la primera aparición en rol de estrella del Poeta de la Salsa Rubén Blades, interpretando su inolvidable Juan Pachanga. De igual manera, editaron un disco en vivo, grabado en diferentes locaciones, a mi humilde entender espectacular, ya que se produjo una salsa fresca, sabrosa y sobre todo de alta calidad, donde se incluyó una versión de la vieja canción de Rafael Cortijo: Cúcala, interpretada a dúo, nada más y nada menos que por "La Reina de la Salsa" Celia Cruz y "El Sonero Mayor" Ismael Rivera. Para entonces, Larry Harlow había abandonado la orquesta y su puesto fue ocupado por Francisco "Papo" Lucca.

Al siguiente año, viajaron por primera vez al Festival de Varadero, Cuba; donde grabaron Habana Jam, un disco que defraudó, ya que se esperaba nuevas piezas, limitándose a ofrecer versiones de canciones ya conocidas. En el mismo 1979, sacaron al mercado la producción Spanish Fever, la cual, a pesar de contar con la intervención de excelentes músicos de Jazz como el trompetista Maynard Ferguson, el flautista Hubert Laws y el guitarrista Eric Gale, también cayó al pronto olvido; aunque las piezas Sin tu cariño, interpretada por Rubén Blades y la sofisticada descarga Coro Miyare alcanzaron cierta notoriedad.

Hacia finales de 1979 apareció Cross Over; el cual contenía 6 piezas: 3 de ellas salsa y 3 de un olvidable Latinjazz. Isadora, cantanda por Celia Cruz es la única interpretación rescatable. En 1980 difundieron 3 discos, reeditaron unas olvidadas piezas de años atras, grabadas durante algunos descansos en las grabaciones de Delicate and jumpy y Rythm machine; en esta producción la Fania se presenta sin la sección de metales, y descargan con toda naturalidad y sin presiones comerciales. Resaltan Seis con el mismo sabor y Vente conmigo en el disco California Jam.

Por otro lado, casi simultáneamente, después de varios años, produjeron un disco de pura salsa; sabrosa, dura, delicada a la vez y que sirvió para un reencuentro con sus miles de fans. Commitment presentó excelentes canciones: Encántigo, un genial dúo de Celia Cruz y Pete "Conde" Rodríguez. Ublabadú, interpretada por Héctor Lavoe y Piano Man cantada por Ismael Quintana destacan dentro de las piezas.

En el sugiente año, y en la onda del Latinjazz editaron Social Change, donde intervienen el saxofonista argentino Leandro "El Gato" Barbieri y el baterista Idris Muhammed. En el mismo se ofrece una versión magnífica de la recordada Samba pa’ti de Carlos Santana.

De igual data surge Latin Connection, más recordado por aparecer la última grabación de Ismael Rivera que por otra cosa; a pesar de que el disco presenta muy buena salsa. A parte de Bilongo de Guillermo Rodríguez Fiffe cantada por Maelo, Cheo Feliciano nos regala Nina, de su repertorio añejo de los días del Sexteto de Joe Cuba, y Pete "Conde" Rodríguez sonea como el mejor en Rosa en el Fango.

La orquesta se detiene hasta 1984, cuando publican Lo que pide la gente; donde, además de la descarga que da el nombre al disco, aparecen dos duelos de soneros: Por eso yo canto salsa y Usando el coco; donde Celia Cruz brinda clases magistrales de canto y soneo. Asimismo, Héctor Lavoe nos obsequió El Rey de la Puntualidad. Un buen disco sin lugar dudas

Al siguiente año, cambiaron el estilo de la banda, uniendo a la sección de metales una orquesta de cuerdas: violines, violas y cellos, dirigidas por Eddie Drennon; además las consabidas flautas de Pacheco, el mítico José Antonio Fajardo – el de Fajardo y sus Estrellas de la década del 40 – y Karen Black; primera flautista de la ya desaparecida Charanga ’76. El producto fue sabroso, pero sin brindar material nuevo, dedicándose a recrear viejos y conocidos números cubanos. En Viva la Charanga, hay solo buenos, como el de Barretto en Hueso y Pellejo y el de Fajardo en Los Tamalitos de Olga; pero el disco pasó casi desapercibido.

En 1985 reeditan uno de los más espectaculares conciertos dados por La Maquina del Ritmo. 10 años atrás en Kinshasha, Zaire; como abreboca de la pelea entre Muhammad Ali y George Foreman, Fania All Stars puso a bailar a todo el pueblo africano que acudió en miles a ver al Más Grande, al todo el jet set internacional que, muchos de ellos escuchaban salsa por vez primera, y al maestro de ceremonias el famoso Anthony Quinn, que como buen latino fue quien comenzó con "el desorden".

Es en 1986 cuando viajan a Japón, donde graban un poco memorable disco con versiones de ya conocidas canciones. Siendo en 1988 cuando graban nuevamente un disco bajo el nombre de Bamboleo, un tema interpretado por Celia Cruz, el cual está basado en el mundialmente famoso Caballo viejo de nuestro querido Simón Díaz. La grabación además nos da el Canto del Cisne de Héctor Lavoe: Siento. La última grabación que realizara el Cantante de los Cantantes.

En 1989, Fania All Stars grabó su único buen disco de Latinjazz: Guasasa; donde además de la pieza que nombró el disco se encuentra Allegria, un bellísimo Latinjazz donde se combinan gracia, poder rítmico, melodía y buen gusto a toda prueba. Las piezas De nuevo a la carga y Los Seis Diferentes engloban una muy aceptable producción.

Es la época del merengue galopante, y del inicio de la llamada "Salsa Erótica". Ocurre lo que Enrique Bolívar Navas expresara en una Conferencia: "La Salsa dejó el barrio, llegó a los salones y se alojó en los moteles de la Panamericana". Siendo el 11 de Junio de 1994 cuando se reúnen nuevamente en el Hiram Birthorm de San Juan, Puerto Rico para celebrar su 30 años de existencia. El concierto fue una remembranza de tiempos pasados, donde se mostraron a una juventud salsera que los había escuchado, cantado y aplaudido a través de los discos más nunca en vivo.

A siguiente año, se presentaron en el estacionamiento del Poliedro de Caracas; atrás habían quedado aquellas escapadas de mis padres para disfrutar de sus conciertos, y asistí para percibir uno de los más gratos momentos que he vivido en los últimos años. Allí estaban todos, con muchos años encima, calvos, canosos, con prominentes abdómenes pero con un sabor inigualable por cualquiera de las actuales bandas de salsa que proliferan en el mundo.

Desde los acordes iniciales de Descarga Fania, el ritmo se mantuvo inalterable, el sabor increíble, la velocidad frenética, la dureza de los setenta irrumpió en medio de los noventa arrastrando todo a su paso; y recuerdos de años pasados sucedieron por mi mente uno tras otros. Cheo Feliciano, Ismael Quintana, Ismael Miranda, Adalberto Santiago, Papo Lucca, Roberto Roena, Larry Harlow, Eddie Montalvo, Nicky Marrero, Willie Colón, Alfredo de la Fé, Yomo Toro, Johnny Pacheco y la irrepetible Celia Cruz montaron la salsa en su lugar: el pináculo del Caribe; todos ellos retando el tiempo, retando la industria que selecciona a los músicos y cantantes por las caras y cuerpos bonitos, mas no por la calidad; sin importar siquiera la perfección de la voz o de la instrumentación, ya que para eso están las computadoras que arreglan todo.

Esa noche, jóvenes de 16 años, que ni siquiera habían nacido cuando Fania estremecía a todo el Caribe, cantaban las canciones como si hubieran sido amamantados con ellas, las bailaban imitando los pasos de Roberto Roena y Aníbal Vásquez cual veteranos del baile se trataran. La efervescencia inundó el alma de los presentes y fuimos testigos de la historia misma de la salsa, cuando invitados por Celia gritábamos en coro con el corazón en las manos: ¡COLORÁ!

Es en 1997 cuando graban nuevamente el disco Bravo, muy esperado por cierto, aunque para muchos poco comprensible. Se limitaron a versionar famosas canciones de estupenda salsa cubana, principalmente producciones de Juan Formell y Los Van Van; el songo fue la máxima expresión del disco. Otra innovación fue la aparición por primera vez de Andy Montañez. El "Niño de Trastalleres" siempre fue buscado por Masucci y por fin, interpretó Aquí el que baila gana. En el mismo orden de ideas, tres intérpretes de la nueva salsa cubana cantaron tres de sus éxitos: Paulito de la Orquesta Élite, Pedro Jesús y Dikán.

En noviembre de 1999, se celebró en el Madison Square Garden, bajo la organización de Ralph Mercado, el nuevo zar de la salsa, los 35 años de Fania All Stars, con un concierto espectacular, donde toda la comunidad latina se estremeció al ver, después de muchos años, a sus hijos predilectos en una tarima. En esta ocasión, alguien que también fue buscado durante años, entonó sus soneos con la Fania. Nuestro máximo artista en el mundo, Oscar D’León nos representó dignamente ante los ojos del mundo, cual es su costumbre.

Independientemente de los errores que cometieron, de la incertidumbre que les rodea sobre su posible desaparición, Fania All Stars seguirá eternamente siendo una referencia obligada al momento de hablar, estudiar, recolectar información, sobre la música Afro Caribeña. Ellos extrajeron la salsa de los arrabales, de las escaleras, de las esquinas, de la entrada de los edificios, de la clandestinidad hasta ser el ritmo latino de mayor aceptación en el mundo en la actualidad.

POR:

José A. Aguirregómezcorta G.

Tomado de: www.analitica.com

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